Concepto
de cultura (síntesis de los textos individuales)
Las concepciones acerca de lo que es
la cultura son muy variadas, y esto se debe a que dicho término engloba un
sinfín de prácticas institucionales y no institucionales, de artefactos, expresiones,
modos de ser y concepciones de mundo tan disímiles, que al tratar de encontrar
una definición que universalista, nos veríamos envueltos en un verdadero acto
de ingenuidad, por lo pretencioso de la empresa.
Sin embargo, podemos al menos dar cuenta
de una serie de ideas y características con las que podemos definir aunque sea
provisionalmente qué es la cultura. Por supuesto, esto no significa que
tengamos una idea vaga de la misma, sino que para no caer en pretendidos
universalismos, homogenizaciones o estandarizaciones, aclaramos que el término
en sí posee un tipo de maleabilidad propia de conceptos y expresiones cercanos
a las ciencias sociales y humanas.
Entendemos que hubo, durante mucho tiempo, la necesidad
de nombrar estas prácticas a partir de la legitimidad de un discurso que fuera
reconocido general e institucionalmente, y que por ello el discurso científico,
después de haber ocupado el lugar que durante tanto tiempo detentó la ciencia,
se erigió como aquel más podía acercarse a la verdad, o por lo menos a lo más
objetivo posible.
De ahí que el problema primordial al dar
cuenta de la cultura sea una definición realmente legítima, objetiva, que
pretenda abarcar lo mejor posible tal fenómeno sin recurrir a ideas de tipo
metafísico, ideal, sino concreto, real. Por su parte White (1975), al igual que
Kroeber (1975) dialogan las problemáticas de tal definición a partir de la
lucha intelectual y científica en general que surge a partir de la dicotomía
que establecen los seres humanos respecto a lo biológico y lo social. En la
actualidad nos resultaría evidente y quizá hasta ingenuo pensar que la cultura
pueda explicarse a partir del análisis del resto de la naturaleza, del proceso
de adaptabilidad que sufren plantas e infinidad de animales en el medio en que
les toca vivir, pero durante los inicios del siglo veinte, la cuestión era
problemática justamente por el valor que tenía la forma en la que operaba el
discurso científico, esto es, a partir de la comparación y contrastación de un
elemento de la naturaleza frente a otro. Por eso, nos parece acertado,
recurriendo a la posición que sostiene White, analizar el concepto desde un
término fundamental como lo es lo simbólico, pues es en ello donde radica la
gran diferencia entre un organismo natural que por medio de la herencia
genética logra adaptarse a ciertas situaciones (y no olvidemos que el ser
humano también ha sido física y mentalmente, producto de tal herencia genética),
y otro que como el ser humano, construye un refinadísimo corpus comportamental,
intelectual, artístico por medio del cual se representa a sí mismo y al mundo
que habita. El lenguaje funciona, ya sea de forma general o local, para que un
grupo social o comunidad específica represente las cosas de acuerdo a todo ese
compendio o caldo que involucra desde la perspectiva más simple (los mitos, las
tradiciones, cierto tipos de artefactos para el trabajo, etc.) hasta la más
compleja y sofisticada (artefactos científicos, teorías, conceptos, formas de
comportamiento social, organización social, leyes, literatura, arte, etc,).
Si tal
como lo decía Kroeber (1975) “la civilización comienza donde acaba el
individuo” (p. 69), podemos afirmar que lo que llamamos cultura se encuentra
enmarcado en el producto o constructo que resulta de las relaciones sociales
que se gestan entre los individuos. Ese producto, que tiene infinidad de
funciones y formas de expresarse y de entender y operar sobre todo lo que nos
rodea, es la cultura. Desde el más simple gesto, la más variada propuesta
gastronómica de un país y región específica, hasta la más compleja tecnología
se enmarcan dentro prácticas y elementos abstractos o concretos que definen el
concepto en cuestión.
Referencias
Kahn, J. (Ed.) (1975). El concepto de cultura: textos
fundamentales. Barcelona, España: Anagrama.
Integrantes
Ignacio
Javier Beetar.
Luis
Buelvas.
Juan
Carlos Blanco.
José
Dolores Berrio.
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