Cuadro comparativo de las diferencias
culturales de ahora y hace 30 años, en la comunidad del Barrio Getsemaní, en
Cartagena de Indias.
Integrantes
Ignacio Javier Beetar
José Dolores Berrio
Juan Carlos Blanco
Luis Buelvas
Escogimos el barrio Getsemaní de Cartagena de Indias
porque es emblemático, puesto que fue allí donde se dio el grito de
independencia, donde los negros, bajo la dirección del cubano Pedro Romero, se
rebelaron de sus amos europeos.
Desde entonces han convivido en el barrio diferentes
tipos de etnias y culturas, que han desembocado en un muy variopinto mestizaje
que nos ha enriquecido culturalmente en ámbitos como el musical, culinario,
pictórico y arquitectónico.
Actualmente el barrio atraviesa por un proceso de
gentrificación. Las pocas familias nativas que quedan padecen fenómenos
violentos y traumáticos como el racismo de turistas nacionales y extranjeros,
la invisibilización de su condición socioeconómica y el advenimiento de un
coloso como es el turismo, que en su pretendida idea de aumentar las utilidades
y de ofrecer servicios a la mayor cantidad de visitantes, arremete contra la
comunidad nativa.
Hace 30 años:
·
El barrio de
Getsemaní, aunque fue el epicentro de la Independencia en la ciudad, era
estigmatizado por problemas con la venta de drogas.
·
Este barrio estaba
constituido, en su mayor parte, por comunidades afrodescendientes, que eran los
descendientes de los esclavos que se liberaron, bajo el mando del herrero
cubano Pedro Romero.
·
Ekl berrio era
considerado zona roja, y se le decía a los turistas que si entraban lo hacían
bajo su propio riesgo.
·
Muchas de las casas
del barrio estaban en muy mal estado, debido a que la gente que vivía en él no
tenían las mejores condiciones económicas.
·
El mercado público estaba
ubicado frente al barrio, en lo que se conoce hoy como la zona de parqueo del
Centro de Convenciones.
Ahora:
·
La venta de drogas
continúa en el barrio, pero se ha banalizado al punto de que se mira como algo
normal que turistas y personas de estratos altos de esta ciudad vayan a comprar
drogas a ciertas calles del barrio.
·
Las comunidades
afrodescendiente y mestizas, o mejor dicho, los nativos del barrio han ido
disminuyendo, debido al fenómeno de la gentrificación. Se han ofrecido precios
elevados para que algunos vendan sus propiedades, lo que ha ido deteriorando la
construcción cultural que se había logrado tradicionalmente en el barrio. Como
ahora viven turistas en muchas de las casas, las calles son muy silenciosas; no
se nota la anterior fraternidad y compañerismo que había entre vecinos.
·
El mercado público
fue quitado del centro de la ciudad en 1977, y lo pasaron para lo que hoy se
conoce como sector Bazurto. Esto transformó las dinámicas comerciales y
sociales de la comunidad, debido a que tenían que desplazarse hasta un sector
alejado de la ciudad. Muchos perdieron sus negocios, y la gente más cercana al
nuevo sector del mercado público tomó cierto tipo de control sobre los espacios
de las colmenas en las que se ofrecían los productos.
·
El barrio de Getsemaní
se ha vuelto un lugar en el que se reúne la bohemia de la vida nacional e
internacional. Es un lugar en el que confluyen las artes, la intelectualidad,
el comercio nacional y extranjero y los vicios y demás negocios legales e
ilegales habidos.
·
La policía de la
ciudad está compuesta, en su mayoría, por agentes de piel blanca proveniente del
interior del país, que suelen ser muy discriminativos con la comunidad de
Getsemaní, otorgándole ciertos privilegios injustos a los turistas y
extranjeros que viven en el barrio.
·
Hay un exceso de
hotelería dentro del barrio, que ha contribuido en la gestación de un ambiente
opresivo que causa cierto nivel de estrés a la comunidad.
Conclusiones
Concluimos que
el proceso de gentrificación atenta contra la comunidad nativa del barrio de
múltiples formas. Si bien aún existe una junta de acción comunal y una
asociación de vecinos que tratan de velar por lso intereses de la comunidad, no
es menos cierto que las políticas de la ciudad van encaminadas en privatizar no
sólo el barrio Getsemaní sino todo el centro. Y estas familias de estratos
bajos y medio bajos son la piedra en el camino para las grandes empresas
turísticas, constructoras y recreativas.
Los nativos del
barrio sienten el rechazo de parte de la comunidad europea que viene a montar
hoteles, hostales, restaurantes y bares. Evidentemente, las costumbres
contrastan entre una y otra cultura, así que el barrio pasó de ser festivo, de
caracterizarse por la fraternidad entre vecinos, de practicar juegos y deportes
al aire libre como es la famosa bola de trapo, que es una versión barrial del
béisbol, a convertirse en un lugar silencioso y supremamente opresivo, en el
que la policía hace las veces de seguridad privada en beneficio exclusivo de
los extranjeros.
Resulta peculiar ver que un barrio emblemático, donde se dio
el grito de independencia de Cartagena, y lugar del que la comunidad nativa se
siente muy orgullosa, se encuentre nnuevamente colonizado, ya no a través de
ataques e invasiones militares como en la época de la colonia, sino mediante
todo un aparataje institucional que burocratiza hasta el más mínimo espacio,
con el afán de apoderarse de todos los lugares que producen rentabilidad. La desgracia
de Getsemaní, además de que resulta interesante e inquietante para el turista, es
que se encuentra ubicado en el centro de la ciudad. Lugar que siempre ha sido
el epicentro no sólo del comercio, sino del usufructo de los bienes
patrimoniales para beneficio de la oligarquía cartagenera.
En el barrio confluyen los más disímiles estratos
sociales, junto con un las más variadas visiones de mundo. Aquí la pobreza y la
riqueza, la intelectualidad y la ignorancia viven a la par. A pesar de estos
lamentables contrastes, la comunidad nativa que aún ocupa el barrio sigue
resistiendo, realizando eventos al margen de la visión turística que se ofrece
pero que oculta tanto las problemáticas internas. Están surgiendo incluso
lugares como el bar Carpinteros Club, donde los nativos van a beber cervezas,
escuchar pura música afro-antillana y reencontrarse como en los viejos tiempos.
Se resiste desde la lúdis, desde la apreciación musical y desde la
memoria, al reunirse los vecinos y conversar sobre cómo era el barrio hace 30,
40 e incluso50 años atrás.